En la edición anterior de The Sower, declaramos que veremos más a fondo el caso de C.S. Lewis acerca de la realidad de los milagros y sus argumentos en contra del escepticismo moderno en cuanto a la posibilidad de los milagros. Sus argumentos se exponen en su libro Los Milagros, publicado en 1947.
A los lectores seguramente les interesará comprender el lugar de los milagros en la vida y en el ministerio de Jesús. No obstante, muchas de las personas con quienes platicamos hoy en día son escépticos acerca de la mera posibilidad de los milagros. ¿Tenemos alguna respuesta para este escepticismo, aparte de decir que es simplemente asunto de fe – que por la fe confiamos en que Jesús obró milagros?
No es raro escuchar argumentos que buscan ‘soslayar’ los milagros, o que intenten encontrar una explicación no milagrosa aceptable para los eventos registrados en los Evangelios como milagros. Algunos argumentan explícitamente que las historias de los milagros solo fueron insertadas en los Evangelios para fortalecer la creencia de la Iglesia primitiva de que Jesús de verdad es el Hijo de Dios hecho hombre. Por ejemplo, es probable que todos hayamos oído que cuenten el milagro de la multiplicación de los panes como un suceso en el que toda la gente empezó a sacar y a compartir los alimentos que ellos llevaban.
Los asuntos centrales, por lo tanto, son si podemos aceptar la historicidad de los relatos de los Evangelios y si es razonable aceptar en principio que Jesús hizo milagros.
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