En este número, completamos nuestra introducción al documento profético de Juan Pablo II sobre el Evangelio de la Vida.
Una de las iniciativas más importantes del Papa Juan Pablo II fue su llamada a una ‘nueva evangelización’ – un reavivamiento de la misión primaria de la Iglesia, la cual es proclamar, de palabra y obra, la Buena Nueva de Jesucristo a todos los pueblos. Esto incluye la proclamación del Evangelio a las personas y culturas que habían recibido alguna vez el Evangelio en el pasado, pero quienes han ‘desfallecido’: de ahí que se hace necesaria la ‘re-evangelización’.
En el capítulo final del Evangelium Vitae, el Papa Juan Pablo nos recuerda cuál es la identidad de la Iglesia, ‘pueblo de la vida y para la vida… porque Dios, en su amor gratuito, nos ha dado el Evangelio de la vida' (78.2; 79.2). Me trae a la mente las palabras poderosas del Evangelio de San Juan en el que Jesús hace el contraste entre el ladrón que ‘no viene más que a robar, matar y destruir’ consigo mismo, el Buen Pastor, quien dijo, ‘Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia’ (Juan 10:10). La mayor parte de esta Encíclica enfoca la lucha monumental entre ‘la cultura de la muerte’, la cual como el ladrón ‘no viene más que a robar, matar y destruir’, y la misión de Jesús y de la Iglesia para traer y proteger a la vida. Esta parte final enfoca la misión positiva de la Iglesia en la promoción de ‘una nueva cultura de vida humana’: ‘…el deber de anunciar el Evangelio de la vida, de celebrarlo en la liturgia y en toda la existencia, de servirlo con las diversas iniciativas y estructuras de apoyo y promoción.’ (79.4)
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